Además del cambio climático, la pérdida de hábitats y otras causas, muchas de ellas desconocidas, los expertos coinciden en que una de las principales razones de este declive es el uso masivo de pesticidas sintéticos en la agricultura.
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Y es que estos productos no sólo matan a las especies que dañan los cultivos, sino que también tienen efectos devastadores sobre el resto de insectos, incluidos los que son beneficiosos para procesos clave de las plantas como la polinización, el control natural de plagas y el ciclo de nutrientes.
«No distingue entre plagas e insectos beneficiosos».
«La lambda-cihalotrina no distingue entre plagas e insectos beneficiosos para los cultivos y es una amenaza para la biodiversidad», explica Berta Caballero, conservadora de artrópodos del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona y coautora del trabajo.
Así, un plaguicida utilizado para matar un pulgón o una mosca en particular también mata mariquitas o arañas, que son sus depredadores naturales».
Para el análisis, los investigadores recogieron individuos de más de 50 especies distintas de insectos en campos representativos de diferentes zonas climáticas de cinco países: Portugal, Reino Unido, Alemania, Polonia y España.
